Se me escapan los te quiero
por detrás de la almohada,
allá por el mismo rincón
por donde cada mañana
gotean mis sueños.
Se me escapa la vida
a cada bostezo,
sin apenas darme cuenta
mientras aparto somnoliento
las lagañas que el tiempo
tejió en mi rostro.
Que van ya más de 20 sorbos
a este café llamado vida
cada vez más amargo,
cada vez más sediento.
Que por cada noche
de amores y locura
hubo cien mañanas
de tristeza y soledad.
Por cada noche
que recordar,
mil y una mañanas
que no logro olvidar.
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