Eran las
doce de la mañana, de un día que nunca debería haber amanecido. El cielo se teñía
de un gris más desolador que un día de lluvia en Madrid. La cortina solo dejaba
pasar un pequeño haz de luz que apuñalaba limpiamente la tenue oscuridad que
iba desangrándose conforme pasaban las horas. El interior de la habitación era
anarquía hecha realidad, la ropa avanzaba por el suelo ganando la partida a vasos
y platos con restos de comida que luchaban por hacerse un sitio, las paredes
decoradas con alguna que otra estrella del rock, más muertos que vivos
habitaban esos muros.
En mitad de
la habitación yacía un cenicero desbordando colillas de tabaco, y aquello que
las madres quieren pensar es tabaco, y a su lado una botella volcada que
emanaba liquido en un constante fluir empapando un colchón tirado en el suelo
que ocupaba la mayor parte de la habitación. Sobre el colchón se encontraba el
cuerpo de un hombre, el individuo
reposaba sobre el colchón como en un coma infinito del que nunca fuera a
despertar. Era un hombre alto, no demasiado mayor, de pelo oscuro con algunas
canas, mas por disgustos que por la edad.
Allí yacía
el sujeto en un contagioso sueño del que se sabía vivo por el movimiento del
pecho al respirar. De repente unos estruendosos golpes en la puerta lo hicieron
sobresaltarse. De un salto, se incorporo en la cama. El corazón le latía en la garganta
y una gota de sudor frio surcaba su rostro en dirección a ninguna parte.
-¿¡Quién coño
es!? – pregunto con la voz temblando por el sobresalto.
- Abre Jack,
llevo una semana sin saber de ti, ¿estás bien?
- Déjame
dormir en paz!
- Venga
hombre déjame al menos pasar un rato.
Jack se
levantó de la cama y se paró un instante frente el espejo. Tomando su demacrada
imagen como algo usual, se pasó la mano por el pelo intentando darle forma, y
con un gesto de desaprobación, tomándolo por un imposible se encaminó a abrir
la puerta.
-¿Qué quieres
hijo de puta?
-Joder pero qué
coño ha pasado contigo, he visto a vagabundos con mejores pintas.
- ¿Has
venido aquí a remover mis desgracias?, anda pasa cabrón. –Dijo haciéndose a un
lado para dejarlo pasar.
-Wow! este
sitio necesita una buena limpieza… y por lo que huelo tu una buena ducha también.
– Comento mientras observaba de arriba abajo el desorden de la habitación.
- Te estás
ganando un viaje exprés a la calle de
una patada en el culo…
Jack se acerco al
frigorífico y sacó dos cervezas heladas, ofreció una a su visita;
apartó una pila de cajas y ropa que ocupaban una silla y se sentó frente a su
visita.
-Jack, ¿te
encuentras bien? –Preguntó.
- ¿Por que
no iba a encontrarme bien? – Contestó mientras pegaba un largo sorbo a su
cerveza.
-Bueno ya
sabes… desde que Sally se marchó apenas he sabido de ti, has estado aquí encerrado…
estábamos preocupados…. No se simplemente quería pasarme a saber cómo estas…
- Ahh… -Dijo mientras se retrepaba en el sofá. – Si estoy bien… ¿por qué no habría de
estarlo?, por lo que se ve ya es costumbre, es la misma historia que ya viví
mil y una vez… siempre es igual… vienen, se quedan un tiempo…, y luego se van llevándose
parte de mi…, y solo queda otra vez mas volver a empezar donde la otra vez lo
dejé.
- Joder Jack…
pero por eso mismo, ¿Por qué esta vez es diferente?, llevamos más de una semana
intentando saber de ti, no respondes al correo, no coges el teléfono…
-Sally se
llevó el ultimo pedazo que quedaba de mi… desapareció con el sin decirme a
donde ni por qué… se fue llevándose la mejor parte de mi, y dejando solo
miseria... la cama vacía… y esta vida que no vale nada. –Comentó con una mirada
vidriosa.
-Me cago en
la puta Jack, no puedes quedarte así, debes seguir adelante, quizás solo sea
que ella era capaz de sacar esa parte de ti,
pero aun todavía la conserves…
- No lo sé,
lo único que se…, es que ya nada es lo mismo… fue el baúl donde guarde mis
mejores momentos… y ahora es una hazaña atravesar cada día sin resultar quemado…
no es justo… ¡No es justo! -Gritó
lanzando la silla a través de la habitación.
-Cálmate
Jack, la vida no es justa, es algo que creía que ya sabrías a estas alturas de
la partida. –Dijo acercándose a él.
El sol para
entonces se colaba con más fuerza por la ventana, desatando unos colores antes imperceptibles.
-Lo sé… créeme
que lo sé, pero por una vez era feliz pensando que había encontrado el perfecto
equilibrio…, y ahora no hay día que no añore el volverlo a recuperar, como me gustaría
volver atrás…
-Que puta es la vida…
-Te entiendo
Jack, te entiendo.
- Pero ahora... ¿Qué vas a hacer?