que ilumina en corriente alterna
sin descanso,
para desgracia de las nubes
que ni son, ni existen,
ni quieren saber
de sueldos o trabajos.
Que se cierren de un portazo
las mañanas de sonrisas,
y las noches de llantos
pues las fogatas temporeras
nunca fueron de mi agrado.
Que se dispare ya la bala
que lleva grabado mi nombre
y derrame pensamientos
sobre azulejos indiferentes.
Ni ser,
ni estar,
ni parecer,
que solo fuimos
humo,
en el pulmón
de los recuerdos.
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